He llegado tarde, lo se, pero al menos ya la he visto entera, y la verdad, tras tres temporadas de pena y 21 capítulos maravillosos de una cuarta temporada excelente, llega el último episodio y lo hecha todo por tierra, cerrando una serie que tan solo ha dejado un regusto amargo de lo que podía haber sido pero no» (y lo peor de todo es que es canón)
Me parece lamentable, pero lamentable de verdad, como tras un soberbio final de episodio como fue el 97, van y terminan así… ¡Aaarhg! Me indigno.
No diré más para no spoilear a ningún interesado… Aunque casi resultaría mejor sí os lo desvelará todo y os ahorro la indignación que sufro.
Paseando aburrido por la APPSTORE me he emcontrado con la viejina aplicación del FACEBOOK y, como no había nada mejor, pues me la he bajado. Como para poder usarla debo de tener una cuemta, pues me he hecho una… Y ahora que la tengo no se que hacer con ella.
Lo primero que me ha preguntado ha sido en que intituto y universidad estudie, asi como el año de termino. Ante mi extrañeza por tales preguntas, he contestado con un «¿que?» y un «¿como?», claros ejemplificadores de mi ignorancia por la necesidad de darlos (ni me acuerdo del año en que termine los estudios). Después me ha pedido que buscase amigos… ¿Pero amigos de que? ¿Para que quiero yo buscar y, lo más grave, encontrar gente? Ya me imagino tener que leer mensajes cansinos de «hoygans» conocidos y, lo peor de todo, tener que ver sus páginas para escribir algún comentario en su última ocurrencia. Redes Sociales, las llaman, un gran eufemismo que pretende esconder el auténtico significado de su epíteto inicial: las redes son para atrapar, cazar, privar de movimientos a todo aquel que caiga en ellas. Si te atrapa descuisadp, luchas por salir pero cada vez te enganchas más; si tu mismo eres quien te dejas atrapar…ya no tienes escapatoria, porque no quieres escapar.
No entiendo la necesidad que tiene todo el mundo de decir lo que le gusta y deja de gustar, de explicar sus experiencias, de enseñar a cualquiera como es él en verdad. ¿Por que lo hacen? ¿Que interes tiene que los demás sepan donde has estudiado, y tus gustos musicales, y lo que opinas de política? Esto es como el chiste del español que naufraga con una supermidelo y no accede a sus pretensiones amorosas porque en la isla no hay nadie más a quien poder contarselo después.
¿Tan importante es que los demás sepan donde he estudiado? ¿Tan importante es que nosotros sepamos dodne has estudiado tú? Ya tengo Facebook y aún no se que hacer en el.
Hoy es 15 de noviembre, primer día de Navidad. Las calles ya están engalanadas, por la tele ya se ven los primeros anuncios de turrones, y los comercios ya muestran sus escaparates adornados con luces y girnaldas. Hoy es 15 de noviembre y, diga quien diga lo que diga, hoy es el primer día de la derrochadora Navidad.
Hace dos semanas, hablamos de como un dramático suceso (la muerte de un niño en un zoo) se podía convertir en un tema alegre y pegadizo sin dejar de ser concientes de lo trájico del suceso. Hoy toca algo parecido, pero más arriesgado todavía; pues si la canción del Pingüino no dejaba de ser, aun triste, un hecho ajeno a todos nosotros (los osos polares no van por ahí devorando a nuestros vástagos) la creación del ilustre Javiet Gurruchaga si juega con un suceso que facilmente nos puede ocurrir, si no os ha pasado ya: un accidente de tráfico con dramáticas consecuencias.
De todos los géneros musicales disponibles para relatar la terrible experiencia, La Orquesta Mondragón se decanta por un charlestón de fiesta contagiosa.
«El cráneo fracturado
Y un brazo arrancao
Se me ha caído un ojo
Ya no puedo ver
Oh, que pavor
Oh, que terror»
Si yo fuera directivo de una discográfica, haría un recopilatorio para funerales y pondría esta canción la primera de todas. Que maravilla de tema, donde se describe, con todo lujo de detalles, un accidente mortal, del que el propio cantante se pone como protagonista, narrado con la misma fuerza y energía con que Enrique y Ana le pedían a su madre que les compraran unas botas.
Canciones como esta son las que te hacen replantearte si realmente el dolor y la alegría no son meras respuestas costumbristas a unos sucesos catalogados de ante mano. ¿Podríamos reír ante el dolor y llorar frente a la dicha? Lo segundo muchas veces ocurre, sobretodo cuando ese bienestar es bastante grande e inesperado; así que, ¿porque no sentir dicha y exaltación cuando algún mal nos aflige? Alguien podria contestar, que eso es asi porque «tenemos sentimientos» pero eso es lo mismo que no decir nada, pues los sentimientos son tan solo «una respuesta emocional ante un hecho» una respuesta «interpretativa» a unos sucesos, no implicita a ellos. Si te pisan un pie, los nervios se agitan y sientes dolor: eso es una «respuesta involuntaria», el dolor está ahí y tu lo sientes (salvo si eres un fakir, para los cuales los nervios son como la M30: tan llenos de obras, que por ellos no puede circular nada) pero eso no son los sentimientos, pues ellos los eliges según tu valoración de las experiencias. Obviamente, nosotros no hemos sido entrenados en un uso correcto de nuestra capacidad sentimental, dejandonos llevar por las experiencias, en vez de ser nosotros los que las interpretemos y respondamos en consecuencia.
Ante la experiencia de saber que te vas a morir, porque te has estrellado contra un camión, tienes dos posibles respuestas, una positiva y otra negativa. ¿Encima que son tus últimos minutos, porque elegimos pasarnoslos padeciendo?
QUe gente más rara somos.
P.D. Maravilloso Popotxo (el que mueve el volante) todo un símbolo dentro de La Orquesta.
NOMBRE: Yo no me llamó Javier
GRUPO: Los Toreros Muertos
DISCO: 30 Años De Éxitos
AÑO: 1986
Glorioso himno de finales de la movida madrileña, levemente eclipsado por el éxito que supuso «Mi agüita amarilla». Está canción (dedicada por Pablo Carbonell a todos los que no se llaman Javier, como él, ni tienen cara de llamarse Javer) es la mejor canción protesta que nunca se ha podido grabar. Un tema donde el absurdo se entrelaza con el punk descafeinado, en un claro grito libertador que exige la adopción de su postura sin objeciones ni condición alguna («no me llamó Javier» y punto); pero siempre manteniendo ese aura de sencillez y naturalidad que tan presente era en las canciones de la época, ¿o a que viene, sino, eso de pedirle un mísero duro a alguien?… Y encima recordarselo.
«Nunca te pedí un duro por la calle
Tú no me presentaste a tus padres
No te he invitado a mi casa
Ni a dormir, ni a comer»
Eran tiempos donde todo valía, donde la inspiración no bebía de los tópicos que se creían comerciales, sino de las ideas más barrocas y originales. Eran tiempos donde lo único que hacia falta era querer hacerlo para hacerlo de verdad. Dicen que eran tiempos de inocencia, que los jovenes eran incautos y desconocian como funcionaba el mercado, pero era entonces cuando la gente componía y tocaba lo que en realidad sentía, era entonces cuando de verdad escuchabas creaciones paridas con una intención, con un sentido, con unas ganas de decir algo; aunque fuera el intentar convencer a una chica de que tu no eres quien ella se cree… ¿o tal vez no estaba tan equivocada?
P.D. El vídeo, como era natural en estos años, no tiene desperdicio: con que naturalidad trabajan ellas, que metido en su papel se encuentra Pablo.
Que bonicos son los «piticlis», pero cuanta devoción requiere su uso con Windows en una pantalla de 8″. Menos mal que el mío será de 10, un poco más grande, pero… me parece que no lo suficiente.
Si es que cuando toca toca, y eso del veranillo de San Miguel, o su versión más moderna, el cambio climático, son zarandajas sin razón alguna que no hacen sino confundir la verdadera esencia de esta época. Estamos en otoño, estamos en octubre, y ha de llover como si fueran tiempos de Noe, con furia y mala sombra, tienen que agolparse los paraguas en las calles, tienen que taponar los niños las puertas del colegio esperando el rescate de sus madres en coche; han de volver las mantas, los abrigos y katiuskas, los bajos del pantalón embarrados y tiene que parecer ser tarde a las doce de la mañana.
Por fin ha muerto el arido verano, donde nos sentíamos torpes y cansados, dominados por la temperatura y adictos de nuestra propia inactividad. Por fin renacemos como hábiles humanos en un entorno que nos es afín: donde las bajas temperaturas las aprovechamos para definirnos en nuestras prendas; y donde el insomnio de esas tórridas noches de estío donde semidesnudos en la cama sentiamos como nos faltaba el aire, se convierten en el placentero sopor que dan las mullidas mantas recién sacadas del armario mientras somos arrullados, en la seguridad de nuestro cuarto, por el violento rugido de la lluvia golpeando nuestras persianas.
Aunque ya había triunfado como single un año antes, momento donde consiguio todo su éxito, no fue hasta dos años después de naranjito cuando entró a formar parte del primer, y último, disco de los valencianos Betty Troupe.
La letra, firmada por Nacho Cano, es toda una maravilla cautivadora, bañada por la magia de esas películas de marcianos de los años 50.
«Hay alguien ahí dentro
Son seres extraños
Vienen de otro mundo»
Unas letras que evocan a un misterio irresoluble, dada su enigmática procedencia, vestidas con guitarras interminables y oscuros teclados que, navegando sobre coros interestelares, crear un ambiente cautivador más propio de la pesadilla.
Y digo lo de pesadilla, porque toda la canción es, al igual que en un sueño, una descripción de presencias y misterios escondidos que nunca se muestran pero saben que los conocemos. Puertas cerradas tras las que se esconden vinilos blanquecinos, testigos a los que nadie da credibilidad, seres de otros mundos que esperan pacientes…
El vinilo, de Betty Troupe, es todo un ejemplo de originalidad y creatividad desatada; un reto a las mentes acomodadas en el pop más clásico que, en un país donde el principal interés de las masas, o por el que las compañias discográficas apostaban, se relegaba a ñoñas baladas de grupos señalados, termino quedando relegada al incomodo redil de temas comicos propios de bullangueros carentes de prestigio.
Parece que al final mis temores más pesimistas se han visto confirmados, y Pluton BRB Nero, la nueva serie de Alex De La Iglesia, ha terminado siendo una más de las miles series clon de RTVE de mediados de los noventa (El Botones Sacarino, Taller Mecánico, Tercera Planta – Inspección Fiscal…)
Una serie ambientada en el espacio, sobre una nave de exploración, dirigida por el mismo tipo que dirigió la maravillosa Acción Mutante, y resulta ser un conjunto de chistes y situaciones rancios, propios de cualquier productor vetusto anclado en los ochenta.
Como prueba, el segundo episodio que emitieron ayer; un episodio donde el argumento central es la adicción al teléfono erótico del capitán, además de los infructuoso deseos de un androide por calzarse a la única protagonista femenina. ¡Anda y tocate las narices! Yo que esperaba la respuesta española a clásicos inmortales como Enano Rojo o La Guia Del Autoestopista Galáctico, y me encuentro con un conjunto de situaciones «tipical spanish» que lo mismo da que ocurran en el espacio o en un patio de vecinos de Madrid.
Y los diálogos, por favor, que decir de esas infantiles conversaciones que, para demostrar que están en el futuro, sueltan joyas como:
«-Se le ha caído encima la caja del disruptor de 500 kilos.
-Está todo duplicado en el disco duro que tienes en el tercer cajón del aparador.
-¿Junto al controlador de fase?
-No, el otro, el del generador de partículas»
Situaciones de chiste que parecen inventadas por alguien ajeno a este mundo… ¡Pero es Alex, el creador de los mineros locos del planeta Asturiax y de esa fascinante matanza al compás del «Día de fiesta» de Karina! Yo aquí no entiendo nada.
Desde luego, una auténtica pena por la oportunidad pérdida, un montón de tiempo y dinero malgastados que me llevan a formular dos preguntas que hace tiempo que me rondan por la cabeza: ¿Es que no es posible realizar una comedia en españa sin caer en la vergüenza ajena? (obviando a la muchachada de Joaquín Reyes) Y ¿Quién dirigió realmente Acción Mutante y El Día de la Bestia?
P.D. Aún así, Carlos Areces sigue siendo igual de maravilloso.
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